lunes, 22 de diciembre de 2014

La importancia de los reforzamientos en psicologia

domingo, 5 de octubre de 2014

No los ayuden con la tarea. Nota del diario la nacion.

domingo, 4 de mayo de 2014

Control de esfinteres para los chicos, descontrol emocional para los padres.


Si todos los nenes de determinada edad dejan los panales, significara que ya es tiempo de sacárselo?
Cual es la edad ideal?
Existe un método para hacerlo?
Hay un momento del año ideal?
Si el hijo de tu vecina controla esfínteres, el tuyo esta retrasado porque no lo hace?

Si estuviéramos en una isla desierta con nuestros niños, y contempláramos al bebé humano, con la misma celeridad con la que observamos a los animales, constataríamos que el control de esfínteres real se produce mucho más tardíamente de lo que nuestra sociedad occidental tiene ganas de esperar. Lamentablemente, en lugar de examinar cuidadosamente cómo suceden las cosas, elaboramos teorías que luego pretendemos imponer esperando que funcionen.

Hemos impuesto a los niños el control de esfínteres alrededor de los dos años de edad, con lo que este tema se ha convertido en todo un problema. Si observáramos sin prejuicios el proceso natural, estaríamos ante la evidencia de que los niños humanos la realizan después de los tres años, algunos después de los tres años y medio, o incluso después de los cuatro años. ¡Qué importa!

Sin embargo los adultos -sin pedir permiso a los niños- ¡Les sacamos los pañales mucho antes! Esto significa que les arrebatamos el sostén, la contención, la seguridad, el contacto, el olor, agregándoles la exigencia de una habilidad para la cual no están aún maduros. Que el niño nombre “pis” o caca” no significa que cuente con la madurez neurobiológica para controlar dicha función.

Sacar los pañales porque “llegó el verano”, decidir que ya tiene dos años y tiene que aprender, responde a la incomprensión de la especificidad del niño pequeño y de la evolución esperable de su crecimiento. Cabe preguntarnos porqué los adultos estamos tan ansiosos y preocupados por la adquisición de esta habilidad, que como otros aspectos en el desarrollo normal de los niños, llegará a su debido tiempo, es decir cuando el niño esté maduro.

Controlar esfínteres no se aprende por repetición, como leer y escribir. Se adquiere naturalmente cuando se está listo, como la marcha o el lenguaje verbal.

Ahora bien, si no estamos dispuestas a rendirnos ante la sabiduría del tiempo interno de cada niño, las mamás lucharemos contra los pis que se escapan, las bombachas y calzoncillos mojados, las sábanas y colchones al sol, los pantalones interminables para lavar, mientras acumulamos rencor, hastío y mal humor en la medida que creamos que nuestros hijos “deberían haber ya aprendido”. En cambio, si dejamos a los niños en paz, después de los tres años, o cerca de los cuatro años, (sin olvidar que cada niño es diferente) simplemente un día estará en condiciones de reconocer, retener, esperar, ir al baño, sin más trauma y sin más vueltas que lo que es: controlar con autonomía los esfínteres.

A mi consultorio llegaron durante años niños con problemas de enuresis de 5, 6, 7, 8 años e incluso de mayor edad. La mayoría de ellos, se hacen pis sólo de noche, mientras duermen. Invariablemente les han sacado los pañales alrededor de los dos años. Los casos de enuresis son muy frecuentes, pero habitualmente no nos enteramos porque de eso no se habla. Total quedan como secretos de familia. He comprobado que cuando las mamás aceptan mi sugerencia de volver a ponerles pañales (caras de horror), los niños los usan el mismo lapso de tiempo que hubiesen necesitado desde el momento en que se los sacaron hasta que hubiesen podido controlar esfínteres naturalmente. Como si recuperaran exactamente el mismo tiempo que les fue quitado. Y luego, sencillamente se acaba el “problema”. Hay padres que opinan que “es contradictorio volver a poner un pañal una vez que se tomó la decisión de sacarlo”. En realidad en la vida probamos, y damos marcha atrás si es necesario y saludable. Simplemente diremos: “creí que estabas listo para controlar los esfínteres, pero obviamente me equivoqué. Te voy a poner el pañal para que estés cómodo, y cuando seas un poco mayor, estarás en mejores condiciones para lograrlo”. Es sólo sentido común. Se alivian las tensiones y finalmente el control de esfínteres se encausa.

Los niños -frente a la demanda de los adultos- hacen grandes esfuerzos para controlar sus esfínteres, pero ante cualquier dificultad emocional -por pequeña que sea- se derrumba el esfuerzo desmesurado y se escapa el pis. Luego vienen las interpretaciones: “me tomó el tiempo”, “me lo hace a propósito”, “él sabe controlar pero no quiere”.

Entiendo la presión social que sufrimos las mamás. Hay jardines de infantes que no aceptan niños en salas de tres años con pañales. Hay pediatras, psicólogos, y otros profesionales de la salud, además de suegras, vecinas y amigos bienintencionados que opinan y se escandalizan. Pero es posible sortearla con un poquito de imaginación: los pañales son descartables, baratos y anatómicos, lo que les permite a los niños ir a jugar, ir a un cumpleaños, al jardín, sin tener que pasar por la humillación de mojarse en todos lados. Hay quienes no quieren ir al jardín a causa de la probabilidad de hacerse pis. Otros se vuelven tímidos, otros especialmente agresivos mojando cuanta alfombra encuentran a su paso.

Por otra parte, hacer “pis” no es lo mismo que desprenderse de la “caca”. Muchos niños que controlan perfectamente el pis, piden el pañal para hacer caca. Es importante que les ofrezcamos lo que están pidiendo, porque nadie pide lo que no necesita. ¿Cuál es el motivo para negárselo?

Yo espero humildemente que alguna vez nos demos cuenta del grado de violencia que ejercemos contra los niños, envueltos en exigencias que no pueden satisfacer y que se transforman luego en otros síntomas (angustias, terrores nocturnos, llantos desmedidos, enfermedades, falta de interés) que hemos generado los adultos sin darnos cuenta.

Acompañar a nuestros hijos es aceptar los procesos reales de maduración y crecimiento.
Y si sentimos rechazo por algún aspecto, entonces preguntémosnos qué nos pasa a nosotros con nuestros excrementos, nuestros genitales y nuestras zonas bajas que nos producen tanto enojo. Dejémoslos crecer en paz. Alguna vez, cuando sea el momento adecuado controlarán sus esfínteres naturalmente, así como una vez pudieron reptar, gatear, caminar, saltar, trepar y ser hábiles con sus manos. No hay nada que modificar, salvo nuestra propia visión.


lunes, 24 de marzo de 2014

Adolescencia, emociones y automutilacion

¿De qué se trata la automutilación?

Se trata de cortes, rasguños, quemaduras o arañazos realizados a propósito por uno mismo mediante un objeto filoso o cortante; una navaja, un cuchillo, una tijera, la lengüeta metálica de una lata de bebida, el extremo de un clip, una lima de uñas o un bolígrafo. Algunos, se queman la piel con la colilla de un cigarrillo o con un fósforo encendido y de forma  lo suficientemente profundos como para cortar la piel y causar sangrado.
Generalmente se lesionan en muñecas, antebrazos, abdomen, muslos, aunque se pueden lesionar otras zonas), que suelen hacerse a escondidas, en secreto, y ocultarse las heridas y las posteriores cicatrices, bajo mangas largas, varias mangas, pantalones e impidiendo el acceso de otras personas a su habitación, al baño o, buscando excusas, para no hacer deporte e, incluso, la clase de gimnasia ya que la automutilación suele conllevar un sentimiento de vergüenza y ocultación, de forma que, si alguien las descubre, inventan excusas sobre cómo se lastimaron.
La mayoría de quienes se automutilan son mujeres, pero los varones también lo hacen. Generalmente esta conducta comienza en la adolescencia y puede continuar en la vida adulta. En algunos casos, hay antecedentes familiares de automutilación mediante cortes.
La automutilación suele empezar con un impulso. Pero, muchos adolescentes descubren que una vez que empiezan , esta conducta les resulta adictiva y puede ser difícil abandonarla. Muchos de los adolescentes que se lesionan afirman que cortarse les proporciona un alivio para sus emociones de profundo dolor, y, por tanto, esta conducta tiende a reforzarse a sí misma. La automutilación consigue convertirse así en la respuesta habitual de un adolescente a las presiones y a los sentimientos que le resultan insoportables. Algunos quisieran dejar de hacerlo, pero no saben cómo o sienten que no pueden. Otros no desean dejar de cortarse.

¿Por qué se cortan los adolescentes?

Lo hacen por diferentes motivos. Para la mayoría, es un intento de interrumpir emociones fuertes que les resultan intolerables. Pero no es un intento de suicidio. Aunque, demasiadas veces, subestiman la posibilidad de que las infecciones o hemorragias que acompañan a estas lesiones les ocasionen heridas más graves e, incluso, enfermedades.
Emociones fuertes y abrumadoras
La mayoría de los adolescentes que se cortan sufren con emociones fuertes. Creen que, el lastimarse es la única manera de expresar o interrumpir esos sentimientos que son demasiado intensos para soportar; el dolor emocional de sentirse rechazados (ya sea en el colegio, en el grupo de amigos o, incluso, en la propia familia), la pérdida o el fin de una relación, o una angustia profunda pueden ser abrumadores para algunos adolescentes.
Además, muchas veces lidian con situaciones difíciles que nadie más conoce. En otros adolescentes, es la presión de ser perfectos o de estar a la altura de expectativas inalcanzables, ya sean propias o impuestas. Algunos, han sido heridos por un trato severo o por situaciones que los han hecho sentir sin apoyo, impotentes, indignos o faltos de amor.
También, existen otros adolescentes que han sufrido un trauma, lo que puede causar períodos de adormecimiento emocional. Para ellos, cortarse puede ser una manera de comprobar si todavía pueden “sentir” dolor. Otros lo describen como una forma de “despertarse” de dicho adormecimiento
El dolor físico autoinfligido es específico y visible
Para algunas personas, el dolor físico es preferible al dolor emocional ya que esté sólo puede sentirse como inespecífico, difícil de precisar y de aliviar. Sin embargo,al cortarse, los adolescentes dicen sentir una sensación de control y alivio al saber de dónde proviene su dolor, de una forma específica, y, al mismo tiempo, sensación de bienestar cuando se detiene. Las lesiones pueden simbolizar el dolor interior que no se pudo verbalizar, confiar a alguien, reconocer o sana
Una sensación de alivio
Muchos de los adolescentes que se cortan describen la sensación de alivio que sienten al hacerlo, lo que es común de las conductas compulsivas. Ello podría  ser debido a varios motivos: la liberación de endorfinas u hormonas del “placer” que se liberan cuando se produce un esfuerzo físico intenso y que también pueden liberarse cuando se produce una lesión;la distracción de las emociones dolorosas que produce el dolor físico intenso y la impresión de ver sangre.
La sensación de “adicción”
Cortarse puede crear hábito. Si bien sólo proporciona un alivio temporal del dolor emocional, cuanto más se corta una persona, más necesidad siente de continuar haciéndolo.
Al igual que con otras conductas compulsivas, el cerebro comienza a relacionar la sensación momentánea de alivio de las emociones desagradables con la acción de cortarse. Cada vez que surge dicho dolor, el cerebro busca ese alivio y lleva al adolescente a repetir esta conducta.
Este es el motivo por el cuál lesionarse mediante cortes puede convertirse en un hábito que hace que la persona se sienta incapaz de dejarlo,especialmente, si las tensiones emocionales a las que esta sometido el adolescente, son intensas.
Problemas de salud mental
El cortarse a menudo está vinculado o forma parte de diversos problemas de salud mental como son: impulsos, obsesiones o conductas compulsivas. A veces, la depresión o el trastorno bipolar pueden contribuir a que los estados de ánimo sean tan abrumadores que al adolescente le cueste regularlos.
Lo mismo ocurre con los trastornos de personalidad en que las relaciones interpersonales se viven de forma intensa pero inestable, así como conductas de riesgo o autodestructivas  generadas por emociones peligrosas. Para otros, el estrés postraumático ha afectado su capacidad de lidiar con las situaciones o enfrentan problemas de consumo de alcohol o sustancias.
Presión de los compañeros
Algunos adolescentes empiezan a cortarse por influencia de otros compañeros que ya lo hacen. Por ejemplo, una adolescente podría intentar cortarse porque su novio lo hace. También puede existir la presión de un grupo de compañeros. Algunos adolescentes se cortan en grupo y podrían presionar a otros a hacerlo. Un adolescente podría ceder ante esta presión de grupo para demostrar que es “valiente” o “está en la onda”, para tener un sentido de pertenencia o evitar el acoso de sus compañeros.
Cualquiera de estos factores puede ayudar a explicar por qué un adolescente se corta, pero también juegan un papel fundamental los sentimientos y las experiencias únicos de cada adolescente. Algunos de los adolescentes que se cortan podrían no ser capaces de explicar por qué lo hacen. Independientemente de los factores que pueden conducir a que un adolescente se autolesione, esta conducta no es una forma sana de manejar las emociones y presiones, por extremas que éstas sean. 

Enfrentar la conducta de automutilación

Algunos adolescentes esconden sus lesiones, o si dichas lesiones requieren atención médica, ésta puede ser la  única forma de que otros se enteren de lo que les sucede; pero muchos adolescentes se automutilan mediante cortes durante mucho tiempo antes de que alguien se dé cuenta. Algunos le cuentan a alguien su problema, ya sea porque desean ayuda para dejar de lesionarse o porque desean que alguien sepa lo que les pasa.
Pedir ayuda requiere coraje y confianza. Muchos adolescentes dudan en contarle a alguien su problema porque temen que se los malentienda, o que, al saberlo, otras personas se sientan enojadas, molestas, decepcionadas, escandalizadas o los juzguen mal. Algunos se lo confían a amigos, pero les piden que no digan nada. Esto puede crear una carga para el amigo que lo sabe.
Si se los interroga acerca de los cortes, los adolescentes pueden responder de diferentes maneras; algunos, lo niegan mientras que otros quizá lo admiten, pero niegan que sea un problema. Algunos incluso pueden enojarse y sentirse molestos, o rechazar cualquier intento de ayuda. A algunos adolescentes les alivia que otra persona sepa lo que les pasa, se preocupe por ellos y desee ayudarlos.

Cómo detener la automutilación mediante cortes

Independientemente de que otra persona lo sepa y haya intentado ayudarlos o no, algunos adolescentes se siguen cortando durante mucho tiempo antes de abandonar esta conducta. En aquellos casos donde los cortes son parte de otro problema de salud mental, generalmente se requiere ayuda profesional.
A veces el hecho de cortarse u otros síntomas derivan en la hospitalización del adolescente en un hospital o clínica de salud mental. En algunos casos, deben ser hospitalizados más de una vez por autolesiones antes de que estén listos para aceptar ayuda por cortarse o por otros problemas de salud mental comórbidos.
Algunos adolescentes encuentran por sí mismos una manera de dejar de lesionarse . Esto puede suceder si el adolescente encuentra una razón importante para dejar de hacerlo, si recibe el apoyo necesario o si encuentra maneras de resistirse a este fuerte impulso.
También debe descubrir nuevos modos de manejar las situaciones problemáticas y de regular las emociones abrumadoras. Esto puede llevar tiempo y a menudo requiere la ayuda de un profesional de la salud mental.
Puede ser difícil dejar de cortarse y quizá un adolescente no tenga éxito al principio. Algunos dejan de hacerlo por un tiempo y luego recaen. Para romper con este fuerte hábito se requiere determinación, valentía y fortaleza, así como el apoyo de otras personas que brinden su comprensión y afecto.

Señales de alerta en el adolescente

  1. Usa ropa grande y abrigada aunque haga calor
  2. Manifiesta heridas, lesiones o cicatrices que no tienen explicación aparente
  3. Se encierra en el baño por largos períodos, sin dejar entrar a nadie
  4. Porta habitualmente navajas, cuchillos, cuchillas de máquinas de afeitar
  5. Se come las uñas al punto de lastimarse los dedos
  6. No participa en actividades en grupo
  7. Mantiene reserva absoluta sobre sus cosas

Recuperación

No es sencilla ya que sigue un curso parecido al de cualquier otro tipo de adicción como; el alcoholismo, la drogadicción, etc. Sin embargo, la recuperación es posible y la ayuda profesional es indispensable para superar este problema. El tratamiento incluye como algo fundamental estimular al paciente a practicar ejercicios de relajación, deporte, actividades artísticas, como una manera  de exteriorizar í sus emociones e impedir que vuelva el impulso autodestructivo.